El Pastor Morales vivió su vida en servicio a Dios y a su familia. Al momento de su muerte trabajaba para la conferencia Regional del Lago de los Adventistas del Séptimo Día, pastoreando la iglesia Hispana Chicago Shalom II y el grupo Hispano Rockford Salem. Igualmente trabajaba como presentador para el Ministerio del Niño y Adolescente de la División Norteamericana.
Conocí al pastor Justo Morales en una reunión ministerial en el año 2006. Él acababa de ser nombrado coordinador hispano de la Asociación de Illinois. En aquel entonces yo había sido vicepresidente de la Unión del Lago por solo dos años y estaba todavía en el proceso de conocer los mchos desafíos que enfrentaban los hispanos en la Unión. Fue en esa primera reunión de pastores que me di cuenta que existían también serios desafíos en la asociación con respecto a cómo lograr unidad en las iglesias y que mantuvieran un espíritu de misión. Fue un gusto observar a Justo en acción en aquella reunión y luego durante los trece años que sirvió como coordinador hispano. Pude notar por lo menos tres cualidades claves que un líder consagrado debiera tener.
Humilde – Cuando conocí a Justo, él ya tenía veintiún años de experiencia como obrero en el Perú. Había sido pastor de iglesia, director de varios departamentos a nivel de asociación y de unión, profesor de teología, y hasta presidente de varias asociaciones.
He notado a través del tiempo que hay personas tienen la tendencia de contarles a los demás acerca de lo mucho que han podido lograr. Jamás lo escuché a Justo hablar de lo que había hecho antes. Él prefería mirar hacia el futuro y trabajar en equipo con los pastores. No exigía que los demás hicieran lo que él sugería. Estaba siempre listo y dispuesto a escuchar las ideas y comentarios que otros hacían.
Apasionado – Justo era un hombre muy dedicado a la misión a la iglesia. Le gustaba mucho trabajar personalmente con los miembros de iglesia, dando clases de entrenamiento y aconsejándoles en muchos aspectos de la vida. Además, Justo promovía constantemente el evangelismo con sus pastores y les proveía los recursos necesarios. Su esposa Rosa y él sentían también una gran pasión por el ministerio infantil y trabajaban incansablemente en esa área, tanto para la Asociación como para la División Norteamericana.
Amor por los demás – Lo que más recuerdo de Justo es su amor por los demás. Cuando se me acercaba tenía siempre una sonrisa, y me saludaba como si fuera su mejor amigo. Lo mismo hacía al encontrarse con otras personas. Daba la impresión que Justo quería saber cómo se encontraban en su peregrinaje espiritual. Era evidente también que amaba mucho a su esposa Rosa, a sus hijos y a sus nietos.
Siento mucha tristeza al saber que no podré ya ver o conversar con mi apreciado amigo y aprender más de él. Sin embargo, doy gracias a Dios que Justo Morales, al igual que el apóstol Pablo, peleó la buena batalla y guardó la fe. Espero el día de la resurrección cuando podré darle un fuerte abrazo y agradecerle por haber sido un ejemplo de lo que es ser un fiel siervo del Señor.