Olga Jimenez con su esposo Mauricio y sus hijas Alani 6, y Aline, 9, en la Iglesia Adventista del Séptimo Día Hispana en South Bend. | Tribune Foto/Robert Franklin
SOUTH BEND — Olga Jimenez le tocó su parte de preguntas, que sus dos hijas le han hecho como resultado de las noticias que pasaron en la televisión.
Las niñas preguntan, ´Mamá, ¿Por qué siempre escuchamos malas noticias?, dice Jimenez. “Todo parece ser malas noticias. Queremos escuchar algunas buenas noticias”
“¿Si eso no te toca, entonces qué lo hará?”
Jiménez se dio cuenta que aún a edad temprana, Aline, 9, y Alani, 6, ellas entienden que viven en un mundo problemático.
Así que ella y su esposo, Mauricio, quisieron asegurarse que sus hijas vieran y se involucrarán en actos de bondad.
Para Olga Jimenez esto implica hacer trabajo misionero en su iglesia, la iglesia Adventista del Séptimo día Hispana en South Bend. Jimenez, 33, ha estado asistiendo a la iglesia desde que tenía 8 años y ha sido parte de aquellos miembros que esparcen buenas noticias por la comunidad.
Hace un par de semanas Jimenez tuvo la oportunidad de tomar estos actos de bondad más allá de su comunidad después de ver algunos videos y fotos publicados por Jesusa Rivera en Facebook. Rivera trabaja para Proteous en South Bend, una agencia sostenida con fondos federales que apoya y defiende a los trabajadores de granjas que migran para hacer este trabajo.
La publicación acerca de los sembradíos que Rivera subió, inspiró a Jiménez a comunicarse con ellos para aprender más acerca de lo que Proteous hace y cómo ella podía involucrarse y ayudar.
Fue así como Jimenez invitó a los miembros, de la iglesia Adventista del Séptimo Día hispana, a comprar medias y camisas manga larga (para protección del sol y pesticidas), preparar comida Mexicana y le pidieron a los niños que hicieran tarjetas de agradecimiento. El 24 de julio se fueron a una granja en Hamlet, Indiana, para llevar todas estas cosas que habían preparado.
“Algunas de las personas que nos acompañaron ese día han hecho ese tipo de trabajo y saben lo duro que es, ellos querían hacer algo bonito en favor de estos trabajadores, porque ellos sabían que no son reconocidos como lo merecen,” dice Jiménez. “Sentimos que esta es nuestra misión, mientras estemos aquí en esta tierra tenemos que llevar amor a todas partes.”
Jimenez involucró a Aline y Alani en este esfuerzo. Las niñas ayudaron a llevar las servilletas y bebidas también.
“Todavía recibo mensajes de texto llenos de gratitud por parte de estos trabajadores de las tierras, porque era algo que ellos nunca se esperaban,” comparte Rivera. “Uno de los trabajadores dijo: ´No he tenido una comida como está en años´.”
Los miembros de esta iglesia están acostumbrados a servir a la comunidad. Ellos van por el vecindario llevando agua, por ejemplo, a personas que están trabajando a la intemperie o que están en la parada de buses esperando. La esperanza es que al hacer conexiones con otros, los miembros de la iglesia pueden tener la oportunidad de hablar de Dios.
Jimenez dice que la iglesia tiene un grupo musical que canta música cristiana en frente de los negocios que están en la Avenida Western. Ella dice, “también tenemos momentos de oración y siempre hay personas que nos comparten sus problemas para que oremos por ellos”.
El amor a Dios y hacia las demás personas es lo que motiva los actos de bondad de Jimenez. Aunque Rivera nunca pensó en preguntarle a Jimenez el por qué decidía ayudar a estos trabajadores de las tierras. “Ha sido una bendición”, dice ella, “y tú lo tomas como una bendición.”
Publicado con permiso del South Bend Tribune. El artículo fue publicado originalmente en la página web del South Bend Tribune.