“Pero nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Filipenses 3:20).

December 19, 2024

Nuestra ciudadanía verdadera

“Pero nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Filipenses 3:20). 

Al leer la Biblia se puede encontrar muchos temas diferentes. Por ejemplo, hay temas acerca de la salvación y el amor de Dios. También se puede ver muy claramente el tema de la migración. Joan Maruskin, autora del libro titulado Immigration and the Bible dice lo siguiente (traducido al español): “La Biblia es una historia del pueblo de Dios desarraigado, que busca seguridad, santuario y refugio y del Dios viviente que da instrucciones de cómo acoger al extranjero. Desde Adán y Eva hasta Noé, Abraham, Moisés, José y María, todos se encontraron en movimiento, migrando, buscando una vida mejor”.  

No es difícil leer la Biblia desde el punto de vista de la migración. Comenzando con Adán y Eva uno se da cuenta que el pecado los forzó a emigrar del Jardín del Edén hacia un mundo ya contaminado por el pecado. Abram recibió el llamado de Dios de emigrar del lugar donde se creció a uno desconocido, y como consecuencia tomó el estatus social de un inmigrante. En el Antiguo Testamento se encuentran muchos más ejemplos bíblicos de personas que técnicamente se las puede denominar migrantes.    

¿Qué en cuanto a nuestro Señor Jesús? Si aceptamos el significado de la palabra inmigrante como una persona que se muda del país donde ha vivido a otro con la intención de establecerse por un período prolongado, creo que Cristo podría identificarse con los inmigrantes. ¿En que sentido? Cristo, el Creador del mundo, decidió mudarse del cielo a este mundo. Al inmigrar a este mundo Cristo se encontró con desafíos tales como prejuicios y malos entendidos que enfrentan algunos inmigrantes. Sin duda lo más difícil fue tener que sufrir la injusticia social y ser condenado por ser diferente de los demás que lo rodeaban y llamarse Hijo de Dios.  

En este nuevo año se oye de los desafíos muy difíciles que los inmigrantes indocumentados posiblemente tendrán que enfrentar-- como deportación a los países de origen. Nací y crecí en este país de manera que personalmente no siento la incertidumbre que sienten otros hispanos que no tienen la ciudadanía de este país. Debemos conocer ciertas realidades. Primero, que Cristo entiende la situación del inmigrante indocumentado porque Él tambien sufrió persecución y  condenación de otros. Segundo, quiero que sepan que la Unión del Lago vigila y ora por los inmigrantes indocumentados para que Dios los proteja y mantenga unidos con sus familias. Tercero, recuerden que la Biblia nos enseña que la realidad es que todos somos peregrinos en este mundo ya que nuestra verdadera ciudadanía es la que está en los cielos y de allí nadie nos podrá deportar.  

Al comenzar este nuevo año deseo animarlos a que sigan orando y confiando en las promesas de Dios. Mi promesa preferida se encuentra en Jeremías 29:11,12:  “Sólo yo sé los planes que tengo para ustedes. Son planes para su bien, y no para su mal, para que tengan un futuro lleno de esperanza. Entonces ustedes me pedirán en oración que los ayude, y yo atenderé sus peticiones” (Reina Valera Contemporánea). 


Carmelo Mercado es el vicepresidente de la Unión del Lago.