Members of the newly organized Fort Wayne United Seventh-day Adventist Church in Indiana. | ¨La nueva congregación, llamada Fort Wayne United Seventh-day Adventist Church, recién organizada por la Asociación de Indiana¨ 

July 18, 2024

Seed Bears Fruit Twenty Five Years Later

El fruto de una semilla

When I was the pastor of the American church in Fort Wayne, Indiana, in 1999, I received a call from an agency that usually assigned refugees accepted to move to the United States.

This agency informed me that there was a family from the country known as Myanmar who wished to move to Fort Wayne. At that time, I didn't know that the city had many refugees from Myanmar who had made their residence there, and this family knew people there. But it's interesting that this family had also identified themselves as Adventists, and as a result, the agency called me to see if our church was open to receiving them and providing the support they needed. 

Soon, I presented the proposal to the church board, and they promptly accepted the request and organized a committee to make the preparations. On my part, I researched the beginning of the Adventist work in Myanmar (formerly known as Burma) and discovered that the work began with a missionary named Eric B. Hare. Together with his wife, these missionaries managed to establish schools, medical clinics, and churches, which resulted in many souls being won for Christ and significant growth in the Adventist work in that country. Unfortunately, the current government is persecuting certain ethnic groups, including those who are Christians, and as a result, millions have had to flee their country. When we received the request, I learned that the Adventist family who wished to come to Fort Wayne had been waiting in a refugee camp in Thailand for several years, hoping one day to be approved by our country. 

 After several months of preparation, the day came when we received them at the airport. We gave them a warm welcome and took them to the apartment we had rented and furnished for them. I was very pleased with how the members of my church accepted them as family in faith. I remember very well the Sabbath when they joined us in worship for the first time. It was evident, despite the language barrier, that this family was very happy to finally be able to worship in an Adventist church. 

More than twenty years have passed since that single family arrived. Over time, the group has grown to the point where they now have their own pastor who serves them. In the years that have passed, many people from their culture living in Fort Wayne have been baptized, and their children have attended our schools, academies, and even Adventist universities. Imagine my joy, after more than 20 years, seeing an attendance of 90 people coming together to be officially organized as a company of the Indiana Conference. 

Think about it. The Adventist work in Myanmar began with faithful missionaries who shared their faith. The seed of those missionaries brought a single family to the United States, and their faith sowed more seeds that bore fruit in a new congregation. From what I see, it is worthwhile to share the seed of our faith. 


Cuando yo era pastor de la iglesia de habla inglesa en la ciudad de Fort Wayne,  Indiana recibí en el año 1999 una llamada telefónica de una organización que se encarcaba de situar a refugiados que habían sido aceptados recientemente como inmigrantes a los Estados Unidos. Esta agencia me informó que había una familia de Myanmar (Burma anteriormente) que deseaba radicarse en Fort Wayne. Yo no estaba enterado de que en esa ciudad ya había muchos refugiados de Myanmar por lo que esta familia tenía conocidos allí. Lo interesante es que la familia se había identificado como adventista, y por esta razón la agencia me llamó a mí para averiguar si nuestra iglesia la recibiría y daría el apoyo que necesitaba. 

Le presenté la propuesta a la junta de iglesia; fue aceptada sin demora, y se organizó a una comisión para hacer los preparativos. Por mi parte, investigué algo acerca del comienzo de la obra adventista en Myanmar. Descubrí que la obra comenzó con la llegada de Eric B. Hare y su esposa, misioneros de los Estados Unidos. Esta pareja logró establecer escuelas, clínicas médicas e iglesias, lo cual resultó en la ganancia de muchas almas para Cristo y un gran crecimiento de la obra Adventista en ese país. Desafortunadamente, el gobierno actual persigue hoy a ciertos grupos étnicos como también a los cristianos; como consecuencia, millones de ellos han tenido que huir de su país. Cuando nos llegó la petición para recibir a la familia de Myanmar me enteré de que dicha familia había estado ya varios años en un campamento para refugiados en Tailandia. Tenían la esperanza de que algún día se les permitiera emigrar a nuestro país. 

Después de varios meses de preparativos llegó el día en que los recibimos en el aeropuerto. Les dimos unacalorosa bienvenida y los llevamos al departamento que habíamos alquilado y alfombrado para ellos. Me alegré mucho al ver la manera en que los miembros de la iglesia aceptaron a los recién llegados como familia en la fe. Recuerdo muy bien el sábado en que nos acompañaron en el culto por primera vez. Era evidente que a pesar de la diferencia de idiomas se sentían muy felices de poder adorar a Dios, por fin, en un templo adventista. 

Han pasado ya más de veinte años desde que llegó esa familia. Con el pasar del tiempo muchas personas provenientes de Myanmar han sido bautizadas y han crecido al punto de ser un grupo que ya tiene su propio pastor. Sus hijos han asistido a nuestras escuelas, academias y hasta universidades adventistas. ¡Imagínense mi alegría al ver que después de tantos años asisten a la iglesia unas noventa personas! Y este grupo de personas se ha unido para ser organizado oficialmente como una compañía de la Asociación de Indiana. 

La realidad es que la obra adventista en Myanmar comenzó con misioneros que compartieron su fe.  La semilla sembrada por esos misioneros trajo a una familia a los Estados Unidos, y los miembros de esa familia esparcieron más semillas que dieron fruto a una nueva congregación. Vale la pena compartir la semilla de nuestra fe.  


Carmelo Mercado is vice president for multiethnic ministries at the Lake Union Conference.